viernes, 17 de julio de 2009

Cuento: Una tarea escolar (Yelinna Pulliti Carrasco)



"Año 2071: Tengo 50 años. Acabo de celebrarlos con mis dos hijos. Fue una gran fiesta. Hasta nos quitamos las máscaras antigás y los trajes antirradiación. Era peligroso pero felizmente el contador Geiger no detectó nada demasiado alto. Mi casa está en el último piso de un rascacielos en la Gran Urbe. No queríamos las propiedades junto al mar ya que el agua tan ácida corroe las tuberías del desagüe. El cielo está un tanto despejado. Las nubes de monóxido de carbono se han retirado un poco y podemos ver el sol. Una pena, debemos poner los cristales contra radiación UV en las ventanas. Luego devoramos los bocaditos anticancerígenos, una delicia..."


Millie dejó el lápiz a un lado y leyó lo que acababa de escribir.

-¡Qué tontería! -pensó.

No entendía por qué su profesora, una mujer algo vulgar y bastante idiota, les había dejado una tarea tan tonta: "¿Cómo me imagino en mi cumpleaños número cincuenta?"

-¿Y a mí qué me importa lo que haré dentro de treinta y seis años? -se dijo Millie con rabia-. Es má;s seguro que ni siquiera pueda celebrar mi siguiente cumpleaños.
Rompió el papel en pedazos y lo tiró debajo del banco.

-¡Qué estúpido! -murmuró, sacando otra hoja en blanco.

Miró por la ventana, enojada. A la distancia distinguió las siluetas de los misiles apuntando al cielo. Cada uno llevaba en su cabeza doce kilogramos de plutonio.

La ventana empezó a temblar, Millie la tocó, pudo ver cómo uno de los misiles despegaba en medio de una nube de humo.

Millie, indiferente, lo vio perderse en el cielo.

En el patio del colegio, algunos niños le hacían adiós con la mano.

Había guerra desde hacía varios años y eso era algo que todos ya sabían. La Tierra entera estaba siendo bombardeada con toda clase de materiales radiactivos. Esto había sucedido durante tanto tiempo que ya a nadie le importaba. Los poderes que planeaban y ejecutaban los bombardeos eran secreto de los Estados.

Un misil más y una ciudad menos, ecuación sencillísima que Millie recordó cuando en su aula las ventanas volvieron a temblar.

-10, 9, 8... -empezaron a contar sus compañeros.

La profesora ordenó silencio.

A los pocos segundos otro misil se elevó al cielo.

Hasta ahora la región en la que vivía Millie había tenido suerte, pero nadie sabía cuánto tiempo le duraría. De todos modos a nadie le importaba, no había a dónde escapar, poco a poco la Tierra estaba siendo esterilizada.

Millie cogió su lápiz y empezó a escribir:

"Año 2071: De mí sólo queda una lápida con mi nombre en medio de otros nueve mil millones de lápidas exactamente iguales. Ya no queda nada ni nadie. Lo único que sobrevive es el plutonio y el uranio esparcidos por el mundo."

Miró su pequeña composición y sonrió satisfecha.

Orgullosa, fue a entregarle su tarea a la profesora.

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