Mi primer libro de ciencia ficción fue la antología Antes de la Edad de Oro de Isaac Asimov. No recuerdo ahora las circunstancias en las que lo compré, pero desde ese momento me dediqué a comprar cuanto podía de literatura de ciencia ficción. Obtuve resultados nada despreciables. He llegado a poseer más de cincuenta libros entre antologías y novelas e inclusive logré que un amigo de mi madre me trajera un libro de España que no había llegado al Perú. Unos años más tarde conocí a Lucho Bolaños, que compartía mi afición. Con el transcurrir del tiempo empecé a reunirme con él en su casa, en una base más o menos regular y pasamos muchas tardes comentando sobre el tema y las cosas de la vida diaria por igual, compartiendo libros y buscando nuevas remesas de material que llegaran a las librerías. Entre los dos logramos arrasar casi todas las novelas de ciencia ficción de bolsillo que llegaron al Perú. Entonces vino a sumarse a nuestro círculo Victor Pretell y el intercambio de experiencias y material se intensificó. Ahora tratamos de sacar este fanzine en una base más o menos regular y compartir nuestra experiencia con los aficionados de ciencia ficción del Perú por donde los encontremos (los hay y bastantes). Nuestra afición realmente ha valido la pena hasta ahora y no nos arrepentimos de ser lectores de ciencia ficción.
Todos los sábados me reúno con Lucho y Victor. Es lo mejor que me ha traído ser un fan de ciencia ficción. Puedo pedirles prestados todos los libros que quiera, pero nada de eso vale la pena ante el placer de estar en su presencia. Cada vez que discutimos sobre cualquier tema- sea ciencia ficción o no- siento que crezco un poco como persona. Gracias a ellos aprendo un poco más cada día, y ellos también pueden enterarse de cosas nuevas en el mundo de la ciencia ficción gracias a mí. La sinergia que experimentamos es maravillosa. No sólo he encontrado personas que comparten mi afición, he encontrado amigos con quienes compartir mi vida e inquietudes a la vez que ellos pueden compartir las suyas conmigo.
Pero desde luego no hay que olvidar lo que hace único nuestro pequeño grupo: ¿con quien más podría discutir en qué novela Phillip K. Dick se muestra más paranoico o cual es la novela de ciencia ficción militar más humanista que nos hayamos encontrado nunca? Hablamos en nuestra lengua secreta de los profundos y secretos temas que los profanos al género solo sospechan y temen, y lo hacemos como un placer inconcebible para los extraños. Como fans de la ciencia ficción he encontrado una segunda familia y lo mismo espero que pase con todos los demás fanáticos (en el mejor sentido de la palabra) con quienes nos vayamos encontrando en el futuro y se vayan uniendo a nuestro grupo.
Eso es lo positivo de ser un fan de ciencia ficción. Ahora veamos los inconvenientes de ser un fan de ciencia ficción.
Para hablar de ciencia ficción hay que hablar de lo que parece ser ciencia ficción. Cuando uno habla de ciencia ficción la gente inmediatamente piensa en las películas y series que ve en televisión o en el cine. La verdad es que eso no es ciencia ficción. La mayor parte son un bodrio comercial hecho para atraer al gran público por la acción, violencia, efectos especiales, etc. No importan los pésimos argumentos y actuaciones. Ahí no está lo que identifica a la ciencia ficción. Le preguntas a la gente sobre ciencia ficción y te contestan Star Wars o Star Trek. Si les preguntas quien es Jack Williamson, Frederick Pohl, Murray Leinster, Greg Bear, Octavia Butler o Stephen Baxter no tendrán ni idea de quien les hablas. Si les dices que Ciencia Ficción es sobre el hombre enfrentándose a su ambiente, intentando entenderlo y adaptarse a el con éxito sin importar que tan hostil sea no tienen idea de lo que les hablas. Si les dices que es sobre las posibilidades extrapolativas de la ciencia actual; del entendimiento - o de su negación- con una cultura alienígena; de ver la vida diaria de una sociedad futura o alienígena plausible, te dicen: -¿Y donde están las navecitas abriendo fuego entre sí?
La verdad es que lo que el público en general entiende por ciencia ficción tiene poco que ver con lo que nosotros los aficionados entendemos por ciencia ficción. Esa gente sólo recibe las migajas de ideas que los medios de comunicación han filtrado y refinado para usar como ganancia. Estos medios no se preocupan de lo que transmiten al público. La gente cree que ciencia ficción es sobre navecitas y buenos contra malos dando vueltas y que los buenos dicen unas palabras supercomplejas para resolver los problemas (Star Trek) o que desarrollarán mágicamente poderes que resolverán sus aprietos (Star Wars). Lo peor es que hay una hinchada que se produce en torno a productos como esos y a la larga la gente cree que en eso es un ejemplo de ciencia ficción. El material que se ve en la TV no son sino ideas que ya se publicaron en los años treinta y cuarenta. Se limitan a tomar las ideas brillantes o no tan brillantes de autores y a repetirlas una y otra vez. Si haz visto un programa de Star Trek: la Nueva Generación, los has visto todos.
La gente no se da cuenta de la variedad casi cósmica que hay en el género: de los mundos realmente alienígenas de Jack Vance a las extrapolaciones en física de Greg Bear y Gregory Benford; de los juegos de poder políticos y sociales en la serie de la Fundación a la variedad y talento en las obras de Robert Heinlein, mostrando sociedades fascistas (Tropas del Espacio), comunistas (La Luna es una cruel amante) o hasta religiosas (Forastero en tierra extraña); de la habilidad extrapolativa y ritmo endemoniado de las novelas de Alfred Bester.
Es gente que no sabe qué es un Hugo ni un Nebula. Un aficionado a la ciencia ficción se siente muy solo sin compañía. Es bueno que haya una comunidad de ciencia ficción para que puedas compartir con la gente que sabe a lo que te refieres cuando comparas el estilo humanístico de Theodore Sturgeon y Phillip José Farmer. Que discute contigo sobre tecnologías creíbles de viaje superlumínico que han aparecido en la ciencia ficción o que colabora para mantenerse al día de lo que pasa en el mundo de la ciencia ficción en general. Con ellos puedes comparar tus puntos de vista y ver una misma obra desde distintos ángulos, ampliar tus horizontes con el intercambio de ideas, inclusive obtener información que te faltaba para entender un relato o novela.
No solo conoces a aficionados sino a personas, y eventualmente buenos amigos. Y a esas personas que creen que la ciencia ficción es sólo navecitas y rayitos puedes decirles: Yo y mis amigos sabemos que los Hombres de las Lentes podrían patearle el trasero a Luke Skywalker (en la ciencia ficción hay bastantes navecitas pero escrito con estilo; lo no tan bueno no afecta tanto a los aficionados como al público en general).
Creo que no todo es bombo y platillo en el mundo de la ciencia ficción. Aún como grupo, los aficionados somos minoría. Eso es normal, y entre nosotros no debería preocuparnos, pero en el mercado eso importa bastante.
Las distribuidoras solo traen colecciones de ciencia ficción como saldos de las editoriales españolas, cuando una editorial X ha cerrado allá en Europa. En otras palabras, nos envían las sobras del festín. Además llega aquí a unos precios casi prohibitivos. A cien soles te consigues a lo sumo cuatro o dos libros en las librerías, y al final vas a las librerías del centro de Lima por ser el lugar más módico donde comprar. Otro defecto es que solo recibimos lo que se ha traducido en España, Argentina o México. Quedan aún toneladas de material inédito angloparlante sin traducir, así como la literatura de ciencia ficción rusa que jamás llegará con la condición en la que está Cuba. La literatura de ciencia ficción oriental es una desconocida por estos lares (y me refiero a la literatura, no a la animación ni al manga). Lo que llega muchas veces son toneladas de material comercial: puros Asimov o Herbert. De la ultraexitosa Ediciones B en España solo llegaron los primeros tomos hace varios años. Ahí está lo ultimito del género, incluyendo Hugos y Nebulas, así como reimpresiones de clásicos.
Algunas veces te causa dolor saber de la historia de editoriales que en un momento eran muy exitosas publicando ciencia ficción en español y de la noche a la mañana el mercado las liquidó dejando inédito mucho material que iban a traducir. Al menos puedes sentir cierta empatía con el fandom español que siente algo similar. Somos hermanos en el dolor. Eso no es todo. Si ves un catálogo moderno de ciencia ficción en inglés ves que promociona cualquier tontería como ciencia ficción: clones interminables de Tolkien, novelizaciones de shows malos de TV o aún de comics. La ciencia ficción es una industria y el autor debe vender su producto del modo más mercenario aceptando hacer novelas a encargo. Luego está esa idea de las trilogías. Debes comprar la segunda parte para saber como sigue lo de la primera y si no tienes el final de la tercera no tienes idea de qué diablos pasó.
Mi idea de una serie es un ciclo de novelas cortas como la Fundación o Los Monstruos del Espacio. O novelas en torno a un mismo tema como las series excelentes de Jack Vance. Una trilogía que sea una gran novela partida a pedazos para obligar al lector a comprar las tres partes te aburre. Y lo que se escribe para el mercado comercial no es ni original ni interesante. Páginas y páginas de aburrimiento.
Y los viejos autores escriben cualquier cosa para ganar dinero, confiando en un mercado de seguidores incondicionales, sin importarles el daño que hacen a su propia imagen. Un ejemplo son las novelas más recientes de la Fundación que no son tan buenas, o El Número de la Bestia de Heinlein. En total, quedas bastante decepcionado del panorama en general. Es difícil ser un aficionado a la ciencia ficción.
Pero mientras existan grupos de gente como el que Lucho, Victor y yo formamos, valdrá la pena seguir leyendo y hablar sobre ciencia ficción, y valdrá la pena seguir escribiendo ciencia ficción al existir un grupo de lectores inteligentes que se tomen el tiempo de discutir una obra y lo que busca el autor a través de esta (olvídense de la moraleja en la historia: esa es una mala costumbre impuesta desde el siglo dieciocho) y disfrutar la extrapolación técnica, social, cultural o literaria de la obra. Es decir, gente que sepa lo que lee al comprar ciencia ficción. Entonces y solo entonces valdrá la pena hablar de ciencia ficción como nosotros la estamos hablando en este fanzine y esperamos poder seguir haciéndolo no sólo entre los tres sino con todos los incondicionales a la ciencia ficción allá afuera. Asi pues digo: vale la pena ser un fan, no importa que tan dura sea la situación actual, y voy a seguir siéndolo por mucho tiempo.
P.D.: Esto lo escribí pirateando un montón de ideas que Lucho, Víctor y yo discutimos en encuentros anteriores; ¡espero que me perdonen por el robo de derechos de autor, muchachos!
Todos los sábados me reúno con Lucho y Victor. Es lo mejor que me ha traído ser un fan de ciencia ficción. Puedo pedirles prestados todos los libros que quiera, pero nada de eso vale la pena ante el placer de estar en su presencia. Cada vez que discutimos sobre cualquier tema- sea ciencia ficción o no- siento que crezco un poco como persona. Gracias a ellos aprendo un poco más cada día, y ellos también pueden enterarse de cosas nuevas en el mundo de la ciencia ficción gracias a mí. La sinergia que experimentamos es maravillosa. No sólo he encontrado personas que comparten mi afición, he encontrado amigos con quienes compartir mi vida e inquietudes a la vez que ellos pueden compartir las suyas conmigo.
Pero desde luego no hay que olvidar lo que hace único nuestro pequeño grupo: ¿con quien más podría discutir en qué novela Phillip K. Dick se muestra más paranoico o cual es la novela de ciencia ficción militar más humanista que nos hayamos encontrado nunca? Hablamos en nuestra lengua secreta de los profundos y secretos temas que los profanos al género solo sospechan y temen, y lo hacemos como un placer inconcebible para los extraños. Como fans de la ciencia ficción he encontrado una segunda familia y lo mismo espero que pase con todos los demás fanáticos (en el mejor sentido de la palabra) con quienes nos vayamos encontrando en el futuro y se vayan uniendo a nuestro grupo.
Eso es lo positivo de ser un fan de ciencia ficción. Ahora veamos los inconvenientes de ser un fan de ciencia ficción.
Para hablar de ciencia ficción hay que hablar de lo que parece ser ciencia ficción. Cuando uno habla de ciencia ficción la gente inmediatamente piensa en las películas y series que ve en televisión o en el cine. La verdad es que eso no es ciencia ficción. La mayor parte son un bodrio comercial hecho para atraer al gran público por la acción, violencia, efectos especiales, etc. No importan los pésimos argumentos y actuaciones. Ahí no está lo que identifica a la ciencia ficción. Le preguntas a la gente sobre ciencia ficción y te contestan Star Wars o Star Trek. Si les preguntas quien es Jack Williamson, Frederick Pohl, Murray Leinster, Greg Bear, Octavia Butler o Stephen Baxter no tendrán ni idea de quien les hablas. Si les dices que Ciencia Ficción es sobre el hombre enfrentándose a su ambiente, intentando entenderlo y adaptarse a el con éxito sin importar que tan hostil sea no tienen idea de lo que les hablas. Si les dices que es sobre las posibilidades extrapolativas de la ciencia actual; del entendimiento - o de su negación- con una cultura alienígena; de ver la vida diaria de una sociedad futura o alienígena plausible, te dicen: -¿Y donde están las navecitas abriendo fuego entre sí?
La verdad es que lo que el público en general entiende por ciencia ficción tiene poco que ver con lo que nosotros los aficionados entendemos por ciencia ficción. Esa gente sólo recibe las migajas de ideas que los medios de comunicación han filtrado y refinado para usar como ganancia. Estos medios no se preocupan de lo que transmiten al público. La gente cree que ciencia ficción es sobre navecitas y buenos contra malos dando vueltas y que los buenos dicen unas palabras supercomplejas para resolver los problemas (Star Trek) o que desarrollarán mágicamente poderes que resolverán sus aprietos (Star Wars). Lo peor es que hay una hinchada que se produce en torno a productos como esos y a la larga la gente cree que en eso es un ejemplo de ciencia ficción. El material que se ve en la TV no son sino ideas que ya se publicaron en los años treinta y cuarenta. Se limitan a tomar las ideas brillantes o no tan brillantes de autores y a repetirlas una y otra vez. Si haz visto un programa de Star Trek: la Nueva Generación, los has visto todos.
La gente no se da cuenta de la variedad casi cósmica que hay en el género: de los mundos realmente alienígenas de Jack Vance a las extrapolaciones en física de Greg Bear y Gregory Benford; de los juegos de poder políticos y sociales en la serie de la Fundación a la variedad y talento en las obras de Robert Heinlein, mostrando sociedades fascistas (Tropas del Espacio), comunistas (La Luna es una cruel amante) o hasta religiosas (Forastero en tierra extraña); de la habilidad extrapolativa y ritmo endemoniado de las novelas de Alfred Bester.
Es gente que no sabe qué es un Hugo ni un Nebula. Un aficionado a la ciencia ficción se siente muy solo sin compañía. Es bueno que haya una comunidad de ciencia ficción para que puedas compartir con la gente que sabe a lo que te refieres cuando comparas el estilo humanístico de Theodore Sturgeon y Phillip José Farmer. Que discute contigo sobre tecnologías creíbles de viaje superlumínico que han aparecido en la ciencia ficción o que colabora para mantenerse al día de lo que pasa en el mundo de la ciencia ficción en general. Con ellos puedes comparar tus puntos de vista y ver una misma obra desde distintos ángulos, ampliar tus horizontes con el intercambio de ideas, inclusive obtener información que te faltaba para entender un relato o novela.
No solo conoces a aficionados sino a personas, y eventualmente buenos amigos. Y a esas personas que creen que la ciencia ficción es sólo navecitas y rayitos puedes decirles: Yo y mis amigos sabemos que los Hombres de las Lentes podrían patearle el trasero a Luke Skywalker (en la ciencia ficción hay bastantes navecitas pero escrito con estilo; lo no tan bueno no afecta tanto a los aficionados como al público en general).
Creo que no todo es bombo y platillo en el mundo de la ciencia ficción. Aún como grupo, los aficionados somos minoría. Eso es normal, y entre nosotros no debería preocuparnos, pero en el mercado eso importa bastante.
Las distribuidoras solo traen colecciones de ciencia ficción como saldos de las editoriales españolas, cuando una editorial X ha cerrado allá en Europa. En otras palabras, nos envían las sobras del festín. Además llega aquí a unos precios casi prohibitivos. A cien soles te consigues a lo sumo cuatro o dos libros en las librerías, y al final vas a las librerías del centro de Lima por ser el lugar más módico donde comprar. Otro defecto es que solo recibimos lo que se ha traducido en España, Argentina o México. Quedan aún toneladas de material inédito angloparlante sin traducir, así como la literatura de ciencia ficción rusa que jamás llegará con la condición en la que está Cuba. La literatura de ciencia ficción oriental es una desconocida por estos lares (y me refiero a la literatura, no a la animación ni al manga). Lo que llega muchas veces son toneladas de material comercial: puros Asimov o Herbert. De la ultraexitosa Ediciones B en España solo llegaron los primeros tomos hace varios años. Ahí está lo ultimito del género, incluyendo Hugos y Nebulas, así como reimpresiones de clásicos.
Algunas veces te causa dolor saber de la historia de editoriales que en un momento eran muy exitosas publicando ciencia ficción en español y de la noche a la mañana el mercado las liquidó dejando inédito mucho material que iban a traducir. Al menos puedes sentir cierta empatía con el fandom español que siente algo similar. Somos hermanos en el dolor. Eso no es todo. Si ves un catálogo moderno de ciencia ficción en inglés ves que promociona cualquier tontería como ciencia ficción: clones interminables de Tolkien, novelizaciones de shows malos de TV o aún de comics. La ciencia ficción es una industria y el autor debe vender su producto del modo más mercenario aceptando hacer novelas a encargo. Luego está esa idea de las trilogías. Debes comprar la segunda parte para saber como sigue lo de la primera y si no tienes el final de la tercera no tienes idea de qué diablos pasó.
Mi idea de una serie es un ciclo de novelas cortas como la Fundación o Los Monstruos del Espacio. O novelas en torno a un mismo tema como las series excelentes de Jack Vance. Una trilogía que sea una gran novela partida a pedazos para obligar al lector a comprar las tres partes te aburre. Y lo que se escribe para el mercado comercial no es ni original ni interesante. Páginas y páginas de aburrimiento.
Y los viejos autores escriben cualquier cosa para ganar dinero, confiando en un mercado de seguidores incondicionales, sin importarles el daño que hacen a su propia imagen. Un ejemplo son las novelas más recientes de la Fundación que no son tan buenas, o El Número de la Bestia de Heinlein. En total, quedas bastante decepcionado del panorama en general. Es difícil ser un aficionado a la ciencia ficción.
Pero mientras existan grupos de gente como el que Lucho, Victor y yo formamos, valdrá la pena seguir leyendo y hablar sobre ciencia ficción, y valdrá la pena seguir escribiendo ciencia ficción al existir un grupo de lectores inteligentes que se tomen el tiempo de discutir una obra y lo que busca el autor a través de esta (olvídense de la moraleja en la historia: esa es una mala costumbre impuesta desde el siglo dieciocho) y disfrutar la extrapolación técnica, social, cultural o literaria de la obra. Es decir, gente que sepa lo que lee al comprar ciencia ficción. Entonces y solo entonces valdrá la pena hablar de ciencia ficción como nosotros la estamos hablando en este fanzine y esperamos poder seguir haciéndolo no sólo entre los tres sino con todos los incondicionales a la ciencia ficción allá afuera. Asi pues digo: vale la pena ser un fan, no importa que tan dura sea la situación actual, y voy a seguir siéndolo por mucho tiempo.
P.D.: Esto lo escribí pirateando un montón de ideas que Lucho, Víctor y yo discutimos en encuentros anteriores; ¡espero que me perdonen por el robo de derechos de autor, muchachos!
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