sábado, 25 de julio de 2009

Cuento: Un imperio para su Canidad (Antonio Castro Cruz)

ANTONIO CASTRO CRUZ, nacido el 30 de noviembre de 1979, es profesor de lengua y literatura, además de escritor. Es miembro activo del Grupo “Conglomerado Cultural”.INC.de Chiclayo, y ha efectuado publicaciones en las revistas: “El Parnaso de Apolo”(1999), “La Ceremonia de los Maestros” (2001) y “El Maestrante” (2004). Ha participado como jurado calificador y declamador en diversas instituciones, además de dirigir talleres de teatro infantil.

"Un imperio para Su Canidad" es un cuento que recuerda mucho a las desternillantes fabulaciones de Italo Calvino o Stanislaw Lem, y nos muestra diversas variantes de cómo llegar - y ejercer - el poder...

***


Ven, junto conmigo, dame tu mano, deja tus enseres (por ahora), mírame a los ojos, fijamente…
Mira y dime si llegan tus ojos, allá en donde todo se hace oscuro ¡el universo!, estructura total de todo lo que existe, desde un átomo hasta las galaxias. ¿Has observado el cielo en una noche clara y sin nubes?, allí el “Señor Universo” se nos presenta como una bóveda oscura en la que hay estrellas, planetas, nebulosas, rocas y polvo interestelar que tienden a agruparse en galaxias.
Las galaxias contienen millones de estrellas, además de planetas, satélites y polvo interestelar.
Las nebulosas son nubes gigantescas y difusas formadas por nubes y polvo interestelar.
Se que todo esto lo sabes porque has llegado a tu sexto de primaria, ¡Pero!, ¡Pero!, la mayor parte, cerca del 90% del universo, está formada por cuerpos y materias aun desconocidas por los científicos.
Oculta, muy oculta entre ese 90% de materia desconocida, se hallaba una estrella que estaba habitada. Es que las estrellas son los cuerpos celestes más importantes del universo. Esta era una estrella supergigante y de color rojo, porque al inicio las estrellas son pequeñas, blanco azuladas, muy brillantes y están muy calientes.
Pero después de millones de años de actividad, gastan su combustible y cambian de color, si la temperatura es intermedia producen luz amarilla y las menos calientes, es decir las más viejas son de color rojo.
En nuestra “estrella roja” habitaban muchos salvajes, barbudos, colmillos grandes, pies fuertes y eran antropófagos; que rendían culto a Selene y sabían que era la diosa de la Luna, ellos eran Selenitas, allí se explicaba toda su historia.
Llegados, quien sabe, de otros lugares del universo, estaban los Perseidas, como su nombre lo indica (Lluvia de estrellas fugaces) una vez más llegarían para iniciar un imperio, curiosamente entendían su destino; pero ya no tenían un líder, su antiguo emperador agonizaba envenenado quizá por algún polvo interestelar, todavía tuvo una brillante idea, hizo traer a su perro (el que más lo amaba) y se lo empezó a comer. Absolutamente nadie vio la metamorfosis y un día apareció:
-Era un ser mitad hombre y mitad perro; guardaba las cejas arqueadas hacia abajo (señal de su maldad) tenía un enorme colmillo (el otro se le había caído) era enorme (dos metros y medio) sus orejas paradas y su cola peluda. Sus garras eran poderosas, llevaba aun el vestido de emperador, sus fuertes pectorales y velludos brazos resaltaban, debía pesar algo de 300 kilos. Todos al verlo se arrodillaron y él con su voz de trueno llamó al comandante:
-Helios, dame el reporte de la situación.
Helios se acercó y haciendo una reverencia expresó:
-¡Su Canidad! Los millones de hombres que ves aquí te sirven y estamos próximos a conquistar todo lo que es Estrella Roja… el emperador sacó su enorme lengua y se la pasó por todo su hocico, los ojos le brillaron y recostándose en el trono le dijo:
-Helios, comandante en jefe de mis ejércitos, yo Emperador Supremo y Señor del Universo, te ordeno que una vez que te retires de mi presencia, tomes bajo tu mando un ejército de hombres de reconocida valentía: 120 millones de soldados de infantería y 12 millones de caballería y luego ponte en marcha contra todos los que no quisieron rendirse antes.
-Ve, Helios y ocupa en mi nombre todos los territorios y guárdamelos hasta que yo los castigue. Pero no tengas compasión con los que se resistan, entrégalos a la matanza y al saqueo a donde quiera que vayas ¡cumple mis órdenes sin tardanza!
Apenas Helios salió de la presencia del rey se apoderó rápidamente de casi toda Estrella Roja, solo un grupo de Selenitas, los Ceres, se opusieron tenazmente.
La batalla final tuvo lugar en la constelación de las Tres Marías, allí Helios impuso su caballería e infantería por demás impresionante, pero Perseo, soberano de los Ceres, combinó su reducido ejército en tres partes: una ala derecha defensiva, una ala izquierda ofensiva y un centro de empuje, además de una reserva de caballería. Ese día pelearon hasta muy tarde, se lanzaban meteoritos pequeños, se rociaban con polvo interestelar y se clavaban entre si con rayos finos y largos.
El mismo Helios fue herido y firmó un acuerdo con Perseo, éste había logrado civilizar más a los Selenitas de su grupo Ceres.
Apiadándose del enemigo, Perseo se presentaría como vencido a cambio de recibir más civilización y tecnología.
Los perseidas recibieron a los vencidos con júbilo, por primera vez en su vida Perseo y sus generales vieron a un emperador así.
-¡Su Canidad! exclamó Helios, traigo nuevos súbditos. El emperador pasó su lengua por todo su hocico, los ojos le brillaron, se recostó en su trono y rascó suavemente su oreja, entonces con voz de trueno expresó:
-¿Cómo te llamas?, ¿quién eres?.
-¡Su Canidad! Señor Supremo del Universo, soy Perseo, soberano del grupo de Selenitas, llamados Ceres y ahora soy tu súbdito.
Estas palabras agradaron al emperador, quien hizo trato con Perseo.
Los ejércitos imperiales de Helios y la táctica de Perseo, fueron materia prima de la conquista de Estrella Roja, por su parte Perseo le enseñó a Helios y al mismo emperador el trato generoso hacia sus subordinados.
Lo que pedían se les daba, a cambio ellos entrenaban para conquistar otras estrellas.
Los súbditos pedían “energón” y esto debía cumplirse, ya no dormía el emperador, todas las mañanas se reunía en el Areópago, aquella colina, en donde se reunía el Consejo Imperial.
-¡Su canidad! le decían a una sola voz, hemos de conquistar el cinturón de asteroides, tan valioso y lejano y al oír esto lavaba con su lengua su hocico y le brillaban los ojos.
Los súbditos pedían traer porciones de lenguas de gases incandescentes que se elevan como llamaradas en la superficie solar y el emperador se los cumplía.
Se atrevieron a pedir colonias modernas, costó millones de trozos de energón, materia que alimentaba a cualquier planeta, pero en un instante estaban construidas sendas colonias, pobladas de lujosos palacios.
Pero sucedió lo inevitable, fieles a sus instintos, los Selenitas, que pasados miles de años, habían olvidado todo, encontraron entre los juguetes del niño Hefestión una maqueta vieja, que mostraba a Selene con una luna en su mano y muchos otros hombres en la otra, se notaba que los iba a depositar en esa luna, cuya letra inicial era “CH”, la llamaron luna CH, fueron a ver a Celón y le dijeron:
-Nosotros, del grupo de Ceres, los más destacados de los Selenitas, vemos como Perseo, el soberano, sirve a Su Canidad, no tenemos queja de él, pero sabemos que nuestro destino es llegar a la luna CH; tú, Celón, jefe del grupo secreto de resistencia contra los Perseidas puedes derrotarlos, oblígalos a que nos lleven a nuestro destino, marcha adelante y nosotros te seguiremos.
-¡No! ¡No!, replicó Celón, Perseo ha sido siempre fiel a nosotros ¿cómo hemos de traicionarle?
-Entonces habla con él y luego avísanos …
Oculta fue la entrevista entre Perseo y Celón, al siguiente día irían a ver al emperador.
-¡Su Canidad!, le dijeron, toda Estrella Roja está descontenta quieren llegar a… y le explicaron todo.
Esta vez el Areópago fue centro de discusiones, Celón, Perseo, Helios, Ascalón, Diógenes; todos ellos generales y consejeros no sabían que decirle al emperador, este disolvió el consejo y se quedó solo.
Día a día se enfermaba, sus ojos legañosos, sus orejas caídas y un leve moquillo que obstruía su nariz… ¡de pronto apareció! ¿Quién le había dado permiso? Era un alienígena de 3 metros, cuyo rostro no se veía, las orejas le arrastraban hasta el suelo, en vez de pies tenía lechugas, sus largos brazos eran torcidos y pesaba a la sazón 30 kilos. Habló con un tono de flauta débil:
-¡Su Canidad! me llamo Sputnik, yo tengo la solución a sus problemas, resulta que los Selenitas desean volver a su lugar de origen, deben ir a Plutón, el planeta más pequeño del sistema solar. Además es el más distante y el más frío.
-¿Allí quieren vivir? rugió el emperador…
-No, gran Señor, resulta que Plutón posee un satélite conocido llamado Charonte, que es casi de su tamaño y esta tan cerca de él que algunos llaman a Plutón “El planeta doble”.
-Llévelos a Charonte y desde allí ha de conquistar todo el universo … al emperador le brillaron los ojos y se le retorció la lengua.
-Solo que debe darme 3 billones de trozos de energón. El pacto fue realizado y así como vino el alienígena se fue.
Al día siguiente el emperador reunió a todos los Selenitas y les dijo:
-Yo, Emperador Supremo y Señor del Universo los llevaré a su destino, a la luna de Plutón, de donde algún día los expulso Selene (su diosa), por sus fallas, yo los llevaré a Charonte porque soy más supremo que su diosa y cualquier otro, vengan conmigo y vayamos a Charonte ¡vayamos a Charonte!.
-¡A Charonte! Gritó toda Estrella Roja, pero el niño Hefestión preguntó ¿Cómo llegaremos?. El silencio fue total, el emperador valiéndose de la improvisación dijo: -Hagamos una escalera alta que llegue a Charonte.
Miles de horas trabajaron, pero al llegar a millones de kilómetros esta se dobló y billones de Selenitas murieron. Otra vez querían matar al emperador, éste se refugio en su enorme palacio.
Nuevamente la improvisación lo haría salvarse, colgaron una soga de una estrella a otra y fueron deslizándose, luego la colocaron en otra estrella y así sucesivamente, pero luego de millones de kilómetros esta se rompió y millones de Selenitas quedaron flotando en el universo.
El peligro de derrocar al emperador era inminente, pero apareció nuevamente Sputnik:
-¡Su canidad! debes construir un transbordador, tengo los planos y te costará otros billones de energón. Algo oculto hacía que el emperador obedeciera al alienígena.
Después de un intenso trabajo el Columbia fue a cumplir su misión, sin embargo a medio camino explotó.
Ante este hecho el emperador volvió a su moquillo, a las orejas caídas y a las legañas, otra vez el alienígena entró en su sala imperial.
-¡Su Canidad! el diseño del transbordador es incorrecto, debe tener una gran bodega de carga y un brazo robótico con control remoto que se usará para lanzar, recoger y reparar satélites en el espacio. La bodega de carga puede llevar un laboratorio espacial. Con todo ello se mantendrá informado y no fallará en nada; le dejó los planos, ahora por muchos, muchos más billones de trozos de energón y nuevamente fue obedecido.
Al fin partió el Discovery, gran expectativa había en Estrella Roja, sin embargo la señal se perdió, de un momento a otro; el emperador se reunió por última vez en el Areópago y llegaron también: Helios, su comandante en jefe, Holofernes, conquistador de Orión, Ceres, segundo al mando de los Selenitas en general, Celón, jefe de la resistencia secreta, Ascalón, el más intrépido de los perseidas, Mir, líder de la más importante estación espacial. De todos fue Perseo quien habló:
-¡Su canidad! Estrella Roja ha entrado en etapa de Supernova, durante esta etapa la Estrella alcanza temperaturas muy altas que la harán estallar.
-Yo Señor Supremo, replicó el emperador, daré solución a esto y la solución fue un engaño tramado con Ascalón y Helios, proyectaron imágenes en las cuales los generales a bordo del Discovery pisaban Charonte, todos los veían por el telescopio espacial Huble.
La muerte de una generación, que se tragó este cuento, fue motivo para que la nueva generación hiciera una revolución más grande, aun los lideraba el viejo Perseo y Ceres; Celón les aconsejó hacer un clon del emperador e infectarlo con sarna, este logró infiltrarse y alegrar los tristes días del emperador.
Cuando todo estuvo consumado entraron al palacio sin resistencia alguna, Helios lloraba, pero la furia se desvaneció porque en su gran sillón estaba un “perro”, por demás cosquilludo, legañoso, sarnoso, los chinches lo devoraban junto a las garrapatas, el moquillo lo ahogaba, los dientes estaban en el suelo, pero aún tenía vida y aullaba de manera lastimosa. Según ellos para honrarlo lo quemaron en una porción de sol.
El resto de la historia es rápida: todos se reunieron, Perseo habló, coordinó, dirigió y toda Estrella Roja se reunió; no para buscar un nuevo emperador, sino para averiguar la manera de llegar a Charonte, deliberaron, discutieron y al rato Perseo y Helios levantaron la mirada, era Sputnik, que entraba un grueso fardo de hojas de metal… todos se quedaron en silencio… al rato Perseo y Helios a una sola voz le preguntaron:
-Y bien alienígena ¿ahora cual es tu plan?, algo iba a decir Sputnik pero se quedó callado por mucho tiempo…
Yo seguía mirando el cielo porque ahora es noche clara y sin nubes y buscaba más en esa inmensa bóveda oscura, ahora que tú estas conmigo desde hace mucho tiempo, pero me mandaron a dormir (mi padre) y por ello hasta más tarde, ya amaneció ojalá mañana sueñes con Charonte o con Su Canidad.

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