miércoles, 5 de agosto de 2009

Reseña: Los amos del tiempo (Wilson Tucker)



Más de un párrafo de esta singular novela hacen recordar a la famosa película “ Highlander” (1986), dirigida por Russell Mulcahy y protagonizada por Christopher Lambert. En dicha producción, un grupo de guerreros inmortales debían luchar entre sí hasta que sólo quedase uno, quien se haría acreedor al Premio, que sólo se revela al final de la película.
Bueno, en la novela de Tucker hay también una bella dama que está tras la pista de un extraño sujeto que parece haber surgido de la nada, pese a haberse reportado su presencia repetidas veces a partir del inicio del Proyecto Manhattan y otros experimentos atómicos. Esto, aunado a su exótica apariencia (ojos amarillos, cabellos rubio platino y edad indefinible), lo convierten en el blanco de la curiosidad de la agencia secreta del gobierno a la cual pertenece la dama en cuestión. Tras la muerte de un cliente del investigador privado Gilbert Nash - el tipo de la apariencia extraña- vinculado a la investigación atómica, Nash y la dama curiosa logran conocerse e iniciar una relación de atracción mutua pero respetuosa, consistente en su mayor parte por la sorprendente narración de la historia de… los amos del tiempo.
Y no, no son los Amos del Tiempo (Timelords) de la serie Doctor Who, pero sí se trata de extraterrestres. Extraterrestres cuya nave sufrió un accidente en las inmediaciones de nuestro planeta hace milenios, y cuyos sobrevivientes tuvieron que adaptarse por fuerza a las condiciones imperantes en la primitiva Tierra. Algunos (y algunas) mejor que otros, al punto que varios de ellos llegaron a convertirse en prominentes figuras de la historia y la mitología de diversas civilizaciones. Sin embargo, pese a su extremada longevidad e inteligencia, carecían de los elementos necesarios para sintetizar cierto compuesto químico, imprescindible para fines de mantener su longevidad (o sea que los milenios que llevan viviendo en la Tierra no son nada en comparación a la verdadera edad que podrían alcanzar en su mundo original). Cuando la humanidad terrestre por fin evoluciona y desarrolla la tecnología necesaria para producir este compueto, esto es, en nuestro siglo XX, quedan ya muy pocos miembros de la tripulación de la nave original.
Sin embargo, aún esos pocos sobrevivientes, con sus conocimientos acumulados durante siglos y las posibilidades técnicas brindadas por la segunda mitad del siglo XX (bombas atómicas, naves espaciales), pueden ser un peligro para los terrestres o incluso, para su propio mundo. El resentimiento engendrado por milenios de lo que algunos extraterrestres consideran un abandono, más una inagotable megalomanía, pondrán al “extraterrestre bueno” en el trance de enfrentarse a sus ex – compañeros de viaje, ahora mortales enemigos en una inusual lucha de poderes, donde sólo puede vencer uno… o una.
Claro que la lucha no será a golpes de espada, ni concluye con decapitación alguna. Es un verdadero duelo de inteligencias, aunque bajo el singular marco de la ética extraterrestre, bastante estoica para unos seres con tan singulares perspectivas.
Pese a lo interesante y aventuroso de la trama, el ritmo narrativo es demasiado pausado, escaseando además las escenas de acción. Vamos, que el personaje principal, tal vez cansado de vivir tanto tiempo, o debido a que es un amo del tiempo, se toma todo el tiempo del mundo para considerar la idea de enfrentarse o no a sus ex – compañeros. Lástima. Un poco más de garra nos habría dado una novela redonda.

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