miércoles, 5 de agosto de 2009

Película: Sleep Dealer (Alex Rivera)



Sleep dealer
Director: Alex Rivera
Coproducción USA-México
Año: 2008

Estamos ante un ciberpunk latinoamericano, ante una versión del cine de ciencia ficción poco usual, que no persigue imitar moldes anglosajones sino crear - con elementos de aquí y allá - una visión que nos abarca y proyecta a todos los latinoamericanos a un porvenir bastante sombrío.
En un futuro cercano, algunos sueños norteamericanos se han hecho realidad: sobre la línea de frontera entre los Estados Unidos y México se ha erigido un elevado y macizo muro que impide - ahora si, de manera inexorable- el ingreso de migrantes al país del norte; pero se mantiene la posibilidad de seguir obteniendo mano de obra barata del tercer mundo, sin la desventaja de tener que recibir dentro de sus fronteras a los cada vez más fastidiosos inmigrantes del sur de Río Grande. El cruce de fronteras aún es posible... pero de manera virtual. Así como los "vaqueros de consola" de Neuromante, los personajes de "Sleep dealer" - nombre que reciben las maquiladoras virtuales que operan en la ciudad fronteriza ciudad mexicana de Tijuana - pueden conectarse directamente a la red mediante implantes en los brazos y la espalda. Estos implantes les permiten operar, desde Tijuana y sin cruzar la frontera, todo tipo de máquinas en diversas ciudades de los Estados Unidos. Máquinas cuya sofisticación contrasta brutalmente con la pobreza y atraso del cercano sur.
Si bien no es el tema principal, vemos varios de nuestros temores actuales hechos realidad en "Sleep dealer". Enfrentamientos por el agua, que se convierte en propiedad de corporaciones que a su antojo represan rios y lagunas otrora de libre acceso. El aislamiento total de unos Estados Unidos cuyos niveles de bienestar han perdido todo punto de referencia respecto a los países más pobres. Y por encima de todo, el inexorable cumplimiento de la profecía - esperemos que errada - de Viviane Forrester en su libro "El horror económico", profecía según la cual, muy pronto los explotados ni siquiera servirán para ser explotados, debido a las cada vez más exigentes condiciones que se requerirán para la ejecución de cualquier trabajo.
La trama parte de la necesidad de Memo Cruz, joven hacker de una región rural de México, de viajar a Tijuana para "conectarse" con alguna empresa maquiladora que trabaje con los norteamericanos, y percibir así los ansiados dólares con los que ayudar a su familia. Para ello, debe operarse - de manera clandestina - a fin de obtener los famosos "nodos", conexiones neurales en brazos y espalda, que divide aún más al mundo entre quienes pueden acceder a la red "directamente" y a quienes no... el conflicto no se detiene, sino que parece agudizarse. Carecer de "nodos" es carecer de mejores posibilidades de educación, entretenimiento, trabajo... aún estos sean de menor calidad que los correspondientes a los habitantes del Primer Mundo, de quienes solo obtenemos algunos atisbos, dándonos una imagen que de tanto contrastar con la paupérrima realidad sudamericana, es casi extraterrestre por lo incomprensible. El Primer Mundo desarrollado y próspero, separado del nuestro por una barrera real e impenetrable, ya es otro planeta que sigue sus propios derroteros. Con la muralla alzada, ya no hay manera de recordarles nuestra fastidiosa existencia.
Con todo, los protagonistas se dan maña para alcanzar cierto grado de felicidad. Está el migrante que logra el sueño de trabajar - aunque de manera virtual - en los EE.UU. y ganar en dólares para enviar a su familia; la intelectual que encuentra el amor y el estímulo creativo en la paradójica realidad que le ha tocado vivir; y el engañado servidor de un ejército norteamericano que vulnera toda noción de honor militar, y que, a pesar de todo, toma consciencia de su alienación y consigue liberarse de la misma, para intentar volver a sus orígenes.
El director, Alex Rivera - norteamericano de ascendencia peruana, le gusta la Inka Kola - comentó en una entrevista realizada por Giancarlo Stagnaro en el Diario "El Peruano": “Me interesa la ciencia ficción que tenga ideas. No me gustan las películas que tienen diez minutos de ideas y el resto es Will Smith matando robots” y también “Nunca vemos en los filmes futuristas las ciudades del tercer mundo. No están Lima o Bombay, sólo existe Nueva York o Los Ángeles”, agrega.
Sleep dealer obtuvo el Premio Amnistía Internacional en la Berlinale y el premio Alfred P. Sloan del Festival de Sundance. Parece que en nuestro medio, su difusión se limitará al ámbito de la copia pirata. Una verdadera lástima: es una película realmente memorable.

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