miércoles, 5 de agosto de 2009

Reseña: Cánticos de la lejana Tierra (Arthur C. Clarke)



Para que no digan que con “El fin de la infancia” o “Cita con Rama” se acabó Arthur C. Clarke como escritor, aquí tenemos un libro escrito en 1986 que deja un excelente sabor de boca. Para un nerd como el que redacta esta reseña, es una cura al susto que constituyó leer “Leyes de mercado ” de Richard Morgan.
Estamos en un futuro posterior al año 3000. Luego de descubrir y calcular con exactitud la muerte del sol, la Humanidad consigue escapar de la condenada Tierra, estableciéndose en algunos planetas capaces de albergar la vida. Pero recordemos que Clarke es un cultor de la ciencia ficción dura: llegar a estos planetas implica un coste muy alto, como es el de desvincularse casi por completo del resto de la humanidad. Se puede viajar a cierto límite de velocidad solamente, por lo que la huida de nuestro planeta es lenta, tediosa y a muy largo plazo en el cosmos. Es decir, nada de imperios galácticos, Tierra Dos ni mutaciones espectaculares. Los colonizadores terrestres de los que tenemos noticia, asentados en el planeta Thalassa, deben cuidar su equilibrio demográfico al mínimo, puesto que se trata de un planeta casi acuático. Y es que debe resultar bastante difícil hallar un planeta completamente similar al nuestro…
La vida en Thalassa es una suerte de utopía científica: las conversaciones suelen girar en torno a las actividades de investigación que los habitantes deben efectuar para mantener su sociedad en un mínimo de estabilidad. Si bien no carece de emociones, resulta un tanto insípida.
Todo cambia cuando, de improviso, arriba a Thalassa una astronave... ¡de la Tierra! Aquí Clarke utiliza magistralmente sus conocimientos científicos para crear una suerte de telenovela cósmica, con sus secretos y sus protagonistas sometidos a situaciones límite. Los tripulantes de la nave, en tránsito hacia el planeta Sagan Dos, descienden sobre Thalassa para repostar agua y provisiones, pero también para introducir en la relativamente insípida vida de los thalasianos un toque de emoción, que va desde el consabido intercambio de conocimientos científicos a otro tipo de intercambios: las mujeres y los hombres de Thalassa carecen casi por completo de prejuicios y tabúes, por lo que estos encuentros serán de los más, eh, fructíferos para ambas partes. Sin contar el hecho del probable descubrimiento de vida inteligente en el mismo Thalassa.
Los Cánticos de la lejana Tierra, si bien algo melancólicos al final, son cánticos de fe y esperanza en el progreso racional de la humanidad, que hoy por hoy son muy fáciles de denostar, a menos que uno se tope con una obra tan inteligentemente tramada como ésta, y entretenida además.

No hay comentarios:

Publicar un comentario