jueves, 23 de julio de 2009

Reseña de El juego de Ender (Orson Scott Card)




En su momento, El juego de Ender supuso una suerte de revolución en el ámbito hispanoamericano. A ello contribuyen lo especial del autor, Orson Scott Card, quien es mormón practicante (ultimamente no es muy políticamente correcto que un escritor profese creencia alguna) y el hecho de que, a partir de Ender, se haya iniciado una suerte de saga interminable en torno a dicho personaje, saga que no solamente es protagonizada por él mismo, sino también por sus compañeros, sus familiares, etc.

¿Qué hay con Ender, que hasta se planea dedicarle una película? Yo tuve la fortuna de leer primero La voz de los muertos, novela que sigue a El juego de Ender cronológicamente y comparte algunos personajes, pero cuya temática se aparta diametralmente de la primera novela (por cierto, La voz de los muertos es magnífica, un novelón de esos que marcan al lector). Creía conocer a Ender, pero no era así.

Ender se llama en realidad Andrew Wiggin, un niño terrestre de un futuro algo sombrío: la Tierra, superpoblada, sólo permite un máximo de dos hijos por pareja, regla que se rompe con Ender, un tercer hijo. Su nacimiento no es fruto del azar: sus hermanos mayores han dado muestras de singulares habilidades, pero no las que en el fondo desea la sociedad: el nacimiento de un estratega, de un genio militar como no ha conocido la historia, capaz de enfrentar a la mayor amenaza a la que se enfrenta la humanidad. Esta amenaza son los Insectores, una raza de seres de apariencia insectoide (de ahí el nombre asignado) que ha irrumpido en el espacio terrestre y dado muestras de una agresividad espectacular. Los intentos de comunicarse con dichos seres son infructuosos, y las fuerzas miilitares terrestres se ven en aprietos para poder enfrentarlos.

Orson Scott Card tiene una gran habilidad para el melodrama. A veces, parece más un guionista de telenovelas que un escritor. Esta rara habilidad se muestra, entre otras obras (como La gente del margen y Maestro Cantor), en El juego de Ender. Siendo muy niño, Andrew Wiggin (a quien apodan Ender por la manera que tiene de pronunciar su nombre) es extraido de su entorno familiar para ingresar como cadete a la escuela de batalla de las fuerzas terráqueas. Si de por si ya es cruel la ruptura del lazo familiar a temprana edad, no lo es menos el tratamiento que recibe Ender de sus compañeros, aunque no deja de ser bastante tópico. Están el enemigo mortal, el mejor amigo, los superiores ambiguos, los ejercicios... Todo, excepto el sexo, pues aunque estamos en un entorno donde hay chicas y chicos reclutas, que hasta caminan desnudos por ahí, no debemos olvidar que Ender sigue siendo un niño, un niño prepuber al que ni siquiera le cambia la voz hasta el final de la historia. Cero hormonas, pues. Claro, no deja de ser una especie de respuesta a Tropas del espacio de R.A. Heinlein, en la cual el ambiente militar está descrito de una manera tan festiva que hasta dan ganas de enrolarse. Card, en cambio, está más cerca al Mario Vargas Llosa de "La ciudad y los perros" que de la ciencia ficción militar, al menos en ese aspecto.

Porque el entrenamiento y los ejercicios en los que participa Ender en la escuela de batalla tienen una índole más psicológica que aquello que damos por supuesto para una milicia. Ender se entrena en el uso de armas y todo eso, pero principalmente, es entrenado para ser un lider, para manipular y conducir antes que combatir. No es un "cachaco" propio del estereotipo del militar latinoamericano, sino otra cosa... una cosa capaz de generar opiniones tan polémicas como las de Norman Spinrad y Alberto Cairo, que nos advierten del lado poco amable (por decir lo menos) de los liderazgos mesiánicos que pueden estar disfrazados de ciencia ficción, o de cómo lo que nos parece una gran novela no es más que una fantasía infantil-adolescente de poder.

Y en efecto, dá que pensar cómo es que justamente es Ender el que nace en tal sitio, justamente es él quien tiene esos hermanos, esos amigos, esas batallas. Vamos, ¿qué no hay otra forma de ser "héroe" si no estás predestinado? ¿Qué no hay nada más destacable en esa sociedad (como en la de Tropas del espacio) que ganar batallas? ¿Los civiles están condenados a ser siempre secundarios, poderosos conspiradores a lo sumo? ¿No hay forma de hacerse hombre si no tienes un enemigo al que combatir? Es éste otro lado de Ender, el de la sociedad militarista en la que vive, el que causa más resquemores de otra cosa.

Con todo, la novela ofrece también el "sentido de la maravilla" que buscamos los lectores de ciencia ficción. No tanto espectaculares batallas espaciales como originales formas de combate cuerpo a cuerpo en gravedad cero, intentos de análisis de psicologías extraterrestres y una anticipación de los usos y abusos de lo que hoy llamamos internet.

El juego de Ender ha obtenido varios premios, y es considerada un clásico de la ciencia ficción. Con sus luces y sombras, es emocionante y polémica a la vez.

2 comentarios:

  1. HOLA, DONDE PUEDO ENCONTRAR ESE LIBRO EN PERU. NO SE EN DODE LO VENDEN.
    RESPONDE A paco_extremo@hotmail.com

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  2. Después de leer el libro deben ver la película con Butterfield como protagonista.

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