miércoles, 5 de agosto de 2009

Poemas: Adriana Alarco de Zadra

Hacia un Mundo Nuevo




A Franco,
Si no te di las gracias, te agradezco ahora de haber sido parte de mi misma.




¿Quién se fue hacia las estrellas

empujado por su enérgico deseo de volar

y desplazarse,

por su insondable curiosidad de escudriñar

la vida en los agujeros del recuerdo

de aquellos seres que entendió

con su inmensa comprensión,

tan capaces e incapaces

de fomentar guerras, amores y traiciones?

¿Quién se fue

dejando una huella de riqueza

en sus consejos vitales,

en sus reflexiones puntuales:

como un dedo que subraya,

en su fortaleza, humildad y disciplina,

en su espíritu austero,

libre,

allá arriba sobre las montañas?

¿Quién se fue

pidiendo levantarse

cada vez más allá de las fronteras

más allá de las cumbres y el espacio

hacia un mundo nuevo y renacer?







Agujeros en el alma



Me están creciendo agujeros en el alma

(por las palabras sin canto,

los mohines sin caricias,

los recuerdos mudos),

Como aquellos tan negros del espacio.

No me abandonen en medio del silencio

que estoy cabalgando en lo infinito.

Vuelo cuando se abren mis alas

y logro ver el planeta más allá

de las rocosas piedras,

del océano en tormenta,

más lejos de la línea horizontal

mientras voy manejando mi nave

al son de una canción de cuna

Que revolotea leve en mi memoria.



Ya sabes que



No he muerto, y mis ideas

Atraviesan las luces

Cibernéticas

Al llegar a otras lunas...

No he muerto y mi sonrisa

Va alegrando el recuerdo

Gris y lluvioso

Del mundo de tus sueños...

No he muerto, si aún mis cantos

Se escuchan cuando el viento

Sopla entre cimas

De un desierto de dunas...

No he muerto, si allí estoy

Dentro en tu corazón

Y todavía

Tú me sigues queriendo...





Ausencia



I

Se me está desbordando la tristeza de los ojos;

Por la boca en los sollozos.

No escucho nada y el silencio que me abruma

Nubla la mirada con su vaho penetrante,

Ya que cada vez

Nos alejamos más del centro de la tierra.



Implacable,

La eternidad nos revela sus sorpresas, repentinamente,

Mientras el corazón se va encogiendo

Por el morir paulatino de sus ecos.



II

Ha caído la sombra de la noche

Sobre mis pensamientos.

Los cubre y mientras desaparece la luz de la razón,

Me exprimo en versos y en congojas.

Espero a que salga el sol

E ilumine la galaxia de esplendores

Para no perderme en la bruma de recuerdos.



III

Me estoy ahogando de humedad

Por los ojos, por la boca

Por los órganos vitales

En el sexo y en los pechos…

Esa humedad que se desprende

Del invernadero que flota entre las nubes,

El mismo

Que me imprime la tristeza de su ausencia

Como un rastro

Y, mientras tanto,

Me estoy llenando de llanto, de saliva

De catarro, de estupor

Cubriéndome de musgo

Húmedo, dulce y mustio.



IV

Me aplasta el silencio

De lo que una vez fue mío y es de todos

De lo que diluyéndose en el aire

Lo he perdido

Dejando un dolor tan grande

Que corta las palabras,

La respiración

Como un nudo en el pecho

Que me oprime.

¿Por qué te fuiste así

Tan rápido

Sin saber ni adónde ibas?

Como un pájaro detrás de la nube,

Como un viento que silba y se aquieta.



V

Sufro por mí

Porque tu sufrimiento ya no existe

No es de este mundo,

Se fue lejos

Más allá de las estrellas,

Tan lejos

Que no puedo hoy alcanzarlo

Ni verlo, ni escucharlo.

Adiós, amor,

Si no te di las gracias

Te agradezco ahora

Que hayas sido

Una parte de mí misma.



© Adriana Alarco de Zadra


Mientras estuvo casada, vivió en campamentos de trabajo, alejados de la civilización, en varios continentes. Ella escribe para volcar en el papel y en la pantalla sus experiencias, investigaciones y sentimientos. Viaja con frecuencia a visitar a sus hijas y a sus nietos que le llenan la vida.

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